¿Qué nos queda después de que hayan muerto o nuestros padres o uno de ellos? Pues los hermanos y los primos. Por supuesto, las próximas generaciones que son todo nenas y vienen pisando bien fuerte, como mis tres sobrinas: Nuria, Marta y Amalia. Además de Ali y la que está por llegar, Olivia. La familia va aumentando.

Unos se van a descansar después de tanto sufrimiento y los que nos quedamos, tenemos que ir poco a poco recomponiendo los pedazos, pero sabiendo que ellos por fin han descansado después de pelear tres años contra el cáncer en el caso de mi madre.

Pero la familia siempre será la familia. Al menos, eso nos enseñó nuestra madre. La familia es lo primero. Ahora nos quedan los hermanos y los primos. Somos pocos, pero hay que estar unidos. No estamos pasando por nuestros mejores momentos, pero seguro que habrá cosas buenas. La vida es un valle de lágrimas, pero también tiene sus instantes de felicidad.

Como dice mi psicóloga y amiga, Elisa Gómez, vive el presente. Estar en el presente es muy importante, para focalizarte en lo verdaderamente importante. Ya he visto que la vida cambia de un día para otro. Un día se van para siempre y los que nos quedamos aquí, intentamos asimilarlo, pero no estamos solos, tenemos a la familia que nos queda.

Así que buenos tiempos vendrán. Costará recomponerse, pero me hará madurar y crecer como persona. A base de hostias y enfermedades, voy aprendiendo. Lo que hay que saber es gestionar las situaciones y no perder los nervios, aunque en ocasiones es difícil. Pero lo más importante de todo es estar unidos, en lo bueno y en lo malo.

Mi Tío Manolo y mi madre que en paz descansen ya se han reunido con sus padres y su hermana. Están todos juntos en el cielo. Quiero pensar que nos ven y que nos cuidan. Soy creyente. Rezar me ayuda a templar los nervios. Pero cada uno que sea de la religión que sea, solamente hay que saber respetar a los demás, que muchos no saben.

Ahora nos toca a nosotros seguir luchando. Seguiremos adelante por vosotros.

Mi mantra: fuerza y lucha.