Si algo me ha quedado claro desde que el pasado 2 de abril de 2024 falleciera mi madre de cáncer es que hay que ir día a día, como dice mi psicóloga y amiga Elisa Gómez. No sabemos lo que va a pasar mañana. Pero sí que hay que ir sorteando los obstáculos que nos encontramos en el camino. De verdad, puto cáncer.

Mi madre fue una persona muy luchadora y con carácter. Estuvo luchando tres años contra el cáncer, además de convivir con el parkinson desde bien joven. Nos dio una gran lección en vida, hay que luchar. Hay que seguir adelante. Ella quería vivir, quería salir, quería ir de viaje. Pero el cáncer se la llevó. No lo merecías, mamá.

Cada uno tiene sus creencias. Yo soy creyente. Cuando murió mi abuela Neya me enfadé con Dios por habérmela arrebatado, también de cáncer. No hice la confirmación. Desde que mi madre empezó con el cáncer, que he de decir que es una carrera de fondo, empecé a rezar. Me reconfortaba. Me ayudaba al final del día. Ahora le rezo a ella que sé que está en el cielo y cuida de nosotros, de sus tres hijos: María, Miguel y Álex. También de sus nietas: Nuria, Marta y Amalia, mis tres sobrinas a las que quiero muchísimo.

Con 38 años me he quedado sin madre. Al menos, pude contarle el mayor secreto de mi vida, que me sentía un chico y ella me dijo: «la persona es la misma». Siempre tuviste la mente muy abierta. Siempre fuiste muy moderna.

Nadie te pisaba. Los niños te adoraban a la vez que te tenían mucho respeto. Entrabas en clase y estaban todos callados como a misa, cuando iba a verte en los recreos cuando estaba en el Colegio Meres como alumno gracias a ti.

La vida tiene sus momentos. Los hay buenos y también hay lágrimas. Todo ha pasado muy rápido. El tanatorio, el entierro, el funeral. Pienso en ti cada día, pero me siento mal porque no soy capaz a llorar. Pero como dice mi psicóloga, Elisa Gómez, cada uno lleva el duelo a su manera. No por no llorar no significa que no te acuerdes de ella. Yo la recuerdo cada día. Pero la recuerdo en sus buenos momentos. En nuestros viajes, en el colegio. En su Benidorm del alma. Te encantaba viajar y a mí también.

Siempre estarás en mi corazón, mamá.

Tu hijo pequeño,

Álex.