Ha fallecido mi madre, el pilar más importante de mi vida. Todavía lo estoy asimilando. Sé que ha pasado, pero todo ha pasado muy rápido. Ella me enseñó a luchar y a seguir siempre adelante, pase lo que pase. Era un gran ejemplo.

Yo me siento como si hubiera perdido una parte de mi corazón. Como si me hubieran arrancado una parte del mismo. Madre solo hay una y es verdad. La mía trabajó muy duro para convertirse en maestra, que era su sueño y trabajó durante 41 años en el Colegio Internacional Meres como maestra infantil. Amaba su trabajo. Eso es un privilegio hoy en día.

Generaciones y generaciones de niños aprendieron a leer con ella, entre otras muchas cosas. Era recta, te decía las cosas a las claras, pero era mi madre. No merecías que te diera el parkinson primero, cuando estabas trabajando y después el cáncer tras tres años de lucha y operaciones. Sufrimos mucho.

Mi madre era una mujer con carácter. Nada se lo ponía por delante. Ella podía con todo. Pero, al final, el cáncer pudo con ella. Pero ella seguía y seguía. Tenía ganas de salir de casa, ganas de vivir. Era una luchadora nata.

Por eso tenemos que seguir. Sé que nos estás viendo desde el cielo. Ahora estás con tus padres y tus hermanos. Los que quedamos aquí estamos pasándolo mal, pero tú no nos querrías ver mal. Tú querías lo mejor para tus tres hijos.

Una persona muy querida y que dejaba huella. Tuve el valor de decirle que me sentía un chico desde pequeño y ella me dijo una frase que nunca olvidaré: «la persona es la misma». Cuánta razón. Siempre tuvo la mentalidad muy abierta. Estaba en el siglo XXI.

Así que siempre vas a estar presente en mi corazón. No te voy a olvidar y voy a seguir adelante. Tratando de recomponerme primero de la pérdida más importante de toda mi vida. La vida sigue, pero yo sigo pensando en ti. Me quedo con lo que nos enseñaste: a luchar y a seguir adelante.

Siempre en mi corazón, mamá. Gracias por todo lo que hiciste por nosotros que fue mucho.